1954

Ricardo Azcarreta con un billete de la lotería navideña. Las colas a la puerta han sido una imagen constante desde su apertura y la fortuna suele visitar al establecimiento. De ahí la fama y la coletilla recurrente: «Compra que siempre toca».

Los hermanos Azcarreta regentan desde finales del siglo XIX un negocio de banca, cambio de divisas y compraventa de oro en el mismo pequeño local que hoy sigue luciendo un letrero con su apellido. Decidieron probar suerte en un nuevo oficio que se dedica a repartir fortunas. Sus nombres también figuran en el Hospital de Basurto y la Misericordia como grandes benefactores.