5 OBRAS
Esenciales
La selección de Juan Ignacio Vidarte
Por Iñaki Esteban

Vidarte elige lo esencial

El director del museo señala cinco obras elocuentes de la colección

  • 1

    Cy Twombly

‘Nueve discursos sobre cómodo’
Nueve discursos sobre cómodo

Cy Twombly pintó los ‘Nueve discursos sobre Cómodo’ en 1963, el año en que asesinaron al presidente de Estados Unidos John F. Kennedy. «En los nueve lienzos la mancha roja, de sangre, va ‘in crescendo’ hasta alcanzar una gran intensidad», advierte el director general del museo sobre esta obra de la colección que ahora se expone en la tercera planta.

Heridas

«Pintó la obra en 1963, cuando asesinaron a Kennedy. La mancha roja, de sangre, va ‘in crescendo’ hasta alcanzar una gran intensidad»

Juan Ignacio Vidarte

Es un conjunto singular por muchas razones. El arte de Twombly tuvo críticas demoledoras, algunas procedentes de colegas suyos como Donald Judd. El tiempo, sin embargo, le ha encumbrado como uno de los grandes pintores del expresionismo abstracto. En el Guggenheim llevaban tiempo siguiendo el mercado por si aparecía una obra del estadounidense de calidad. Un coleccionista particular la puso en venta y el museo cerró la operación en 2002. «Se había expuesto muy poco y estaba en muy buen estado de conservación. Además, pertenecía a la época en que Twombly justo se asienta en Italia». La serie se basa en la figura del emperador romano Lucio Aurelio Cómodo (161-192 d.C), hijo de Marco Aurelio y su sucesor, considerado como el que dio inicio a la época de la decadencia del imperio, y que acabó asesinado. «Es una obra de mucho dramatismo que se acopla muy bien a los distintos tipos de volúmenes del museo», observa Vidarte.

  • 2

    Richard Serra

‘La materia del tiempo’
La materia del tiempo

Es una de más icónicas de la colección», indica Vidarte sobre ‘La materia del tiempo’, la instalación de esculturas de Richard Serra. A su juicio, refleja el «espíritu del museo al proponer un juego al espectador entre la experiencia del arte y la experiencia de la arquitectura en el sentido más físico, ya que hay que recorrer las piezas por dentro y por fuera».

Un reflejo del planteamiento del museo

«Propone al espectador un juego entre la experiencia del arte y la experiencia de la arquitectura»

Juan Ignacio Vidarte

La distribución de las obras a lo largo de la mayor galería del Guggenheim crea pasillos de diferentes anchos y longitudes. Atravesándolas, también se experimentan los distintos tiempos, a los que hace referencia el título de la instalación, los que tardan los visitantes desde el inicio hasta final de la pieza.

«Lo físico, la dimensión y la escala confluyen con lo psicológico, con la sensación temporal», apunta Vidarte, quien también se refiere a la diferencia entre visitarla «en un momento con poca gente, prácticamente en solitario y en silencio, y cuando hay que compartir los espacios y el recorrido».

El director del museo recuerda la amistad entre Serra y Oteiza, y la relación del estadounidense con Bilbao, que se remonta a 1983, cuando participó en la exposición ‘Correspondencias. 5 escultores 5 arquitectos’ en el Bellas Artes con una pieza a la que llamó precisamente ‘Bilbao’, y que ahora se encuentra en la colección del museo del parque.

  • 3

    Louise Bourgeois

‘Mamá’
Mamá

La antítesis del ‘Puppy’. Así define Juan Ignacio Vidarte ‘Mamá’, la araña de Louise Bourgeois anclada en el paseo entre el estanque del Guggenheim y la ría. Si el perro florido de Koons proyecta «positividad», la de la artista estadounidense sugiere tanto «la protección como la amenaza de la figura materna» a la que hace referencia la escultura, con los huevos por la parte inferior del cuerpo. Su madre era tejedora y de ahí la importancia de la figura de la araña en su obra, que empezó a dibujar en los años cuarenta.

De todas formas, no todo es alegría en el ‘Puppy’, matiza Vidarte. «También lo puedes entender como una ‘vanitas’, como una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre el ciclo de vida como nacimiento de las flores, desarrollo y muerte».

Dos polos

«Si ‘Puppy’ proyecta positivdad, ‘Mamá’ sugiere tanto la protección como la amenaza de la figura paterna»

Juan Ignacio Vidarte

Miles de personas pasan cada día entre las patas de la araña de Bourgeois y miran hacia arriba. La inquietante belleza de ‘Mamá’ atrae a los viandantes, a pesar de sus tenebrosos significados y de que estén familiarizados con ella. Adquirida en 2001, dos años después de que la realizara, de casi nueve metros de altura, es una de las esculturas más ambiciosas de Bourgeois. Pertenece a una serie de la que también hay ejemplares en Ottawa, capital de Canadá, y Londres.

  • 4

    Eduardo Chillida

‘Lo profundo es el aire’
Lo profundo es el aire

De las cuatro esculturas de Eduardo Chillida en la colección del Guggenheim, Vidarte siente predilección por el alabastro titulado ‘Lo profundo es el aire’, como el verso de Jorge Guillén, el poeta favorito del artista vasco. «Es de 1996. El museo quería tener una representación de sus diferentes tipos de esculturas. Le sugerimos que realizara una pieza para exponerla en el exterior, para colocarla donde está, más o menos, la metálica de Anish Kapoor. Pero después de un tiempo nos dijo que no encontraba la escala adecuada y tuvimos la oportunidad de adquirir esta», relata Vidarte.

Ubicación

«Le sugerimos que realizara una escultura para el exterior, para donde está ahora la de Anish Kapoor, pero nos dijo que no encontraba la escala y tuvimos la oportunidad de comprar esta»

Juan Ignacio Vidarte

Si el mármol recoge mejor la luz clara del Mediterráneo, el alabrastro es más adecuado para guardar la luz grisácea del Cantábrico, dice Vidarte recordando las propias palabras de Chillida. Además, por su dimensión, «favorece una experiencia más íntima con su obra», incide sobre esta escultura que reposa en una de las salas de la tercera planta. El Guggenheim programó una antológica de la obra de Chillida en 1999, comisariada por Kosme Barañano, con 200 obras realizadas desde 1948. Recorría los materiales que utilizó en su trayectoria, el hierro, el acero, la madera, el alabastro, el hormigón y el barro. Las diferentes formas de sus piezas surgieron del diálogo del artista con la materia.

  • 5

    Mark Rothko

‘Sin título’
Sin título

Esta obra de Mark Rothko está para Vidarte cargada de simbolismo. «Es de 1952, la más antigua de nuestra colección, especializada en arte contemporáneo, es decir, el que se ha hecho desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Entró en el museo con el primer grupo de adquisiciones, marcó el nivel de ambición coleccionista del museo y es como una gran pared de luz, un cuadro muy emocional», resume el director general del Guggenheim. También trajo consigo la polémica por el precio, 447 millones de pesetas de 1996. «Es una de las mejores inversiones que hemos hecho. Rothko se ha revalorizado muchísimo. Sería difícil poder comprar hoy un cuadro suyo de estas características».

Los inicios de la colección

«La obra es de 1952, la más antigua de nuestros fondos, marcó el nivel del coleccionismo del museo y es como una gran pared de luz, muy emocional»

Juan Ignacio Vidarte

A partir de 1949, comenzó su serie de pinturas con grandes campos de color. La obra del Guggenheim tuvo un lugar destacado en la exposición que se celebró en 1954 en el Art Institute of Chicago, la primera individual del Rothko maduro en un museo norteamericano relevante. «Colgaba sus cuadros a poca altura porque quería que los espectadores se sumergieran en ellos», subraya Vidarte, que resalta también la apertura de los lucernarios de las salas de la tercera planta, donde está expuesta la obra, que ahora goza de la combinación de la luz natural y de la artificial.

CRÉDITOS

Entrevista y texto: Mercedes Gallego

Fotos: Luis Ángel Gómez

Vídeo: Pablo del Caño y Silvia Cantera