OJOS DE
Comisarios
Un recorrido por las exposiciones de la mano de quienes las organizaron
Por Iñaki Esteban

Antes de que una exposición se abra al público, los expertos trabajan durante años en su elaboración. Esta es su experiencia

Marta Blàvia
‘Kandinsky’

Comisaria: Marta Blàvia

«La hicimos en plena pandemia, trabajando a distancia»

Marta Blàvia

De Vassily Kandinsky se han visto muchas obras en el Guggenheim, debido a que la fundación de Nueva York posee una colección de 150 piezas. Pero la muestra que se celebró entre 2020 y 2021 fue especial por varias razones. «Fue la primera dedicada por el museo a toda su trayectoria y la hicimos en plena pandemia, trabajando con la comisaria de Nueva York, Megan Fontanella, a distancia, cuando lo normal es que vengan aquí y estén al tanto de todo», relata Marta Blàvia, la ‘curator’ del museo que también trabajó en la exposición con Lekha Hileman Waitoller. Las restricciones obligaron a idear un recorrido marcado y único para mantener la distancia entre los visitantes. «De ese recorrido obligado surgieron conexiones inesperadas entre las obras», recuerda la comisaria. La muestra seguía los pasos de Kandinsky por Múnich, la Escuela de la Bauhaus en Alemania y París, la ciudad que se negó a abandonar aun cuando había estallado la Segunda Guerra Mundial y tuvo la oportunidad de establecerse en Estados Unidos por su amistad con Solomon R. Guggenheim. «Pintaba sobre cartones porque no tenía medios para comprar materiales», recuerda Blàvia, sobre la última parte de la exposición.

Manuel Cirauqui
‘Soto. La cuarta dimensión’

Comisario: Manuel Cirauqui

«Sus volúmenes virtuales desestabilizan la visión»

Manuel Cirauqui

El venezolano Jesús Rafael Soto formó parte de la exposición de la galería Denise René de París que dio origen al arte cinético. Superponiendo láminas de plexiglás cubiertas de entramados de líneas, conseguía que la imagen ‘se moviera’ según el espectador se situara en distintos puntos respecto al cuadro. «Trabajó con la evidencia científica respecto a cómo la bifocalidad, las lentes de los dos ojos, producen la percepción visual. Y lo hizo con unas líneas que creaban unos volúmenes virtuales y desestabilizaban la visión», explica Manuel Cirauqui, comisario de la exposición en el Guggenheim sobre la trayectoria del artista, que se celebró entre 2020 y 2021. En su opinión, el planteamiento tiene una lectura contemporánea, en la medida en que nuestros cuerpos en movimiento son «inseparables de cámaras, lentes, pantallas», de perspectivas de visión. En la muestra se incluyeron también algunas de sus instalaciones denominadas ‘Penetrables’, a las que se entraba y salía con la opción de perderse por la mitad. «Si las hubiera hecho un artista joven, estaría dentro de normal. Pero Soto las hizo hace más de 40 años. Las disfrutan los adultos y los niños. Es una muestra de generosidad en un artista pensar en ese disfrute intergeneracional».

Lekha Hileman Waitoller
‘Mujeres de la abstracción’

Comisaria: Lekha Hileman Waitoller

«Abrieron la perspectiva y utilizaron textiles y muebles»

Lekha Hileman Waitoller

‘Mujeres de la abstracción’ descubrió que el arte abstracto fue mucho más que un grupo de hombres que se juntaban a discutir de arte en un bar de Nueva York, aupados al estrellato por críticos amigos. La muestra del Guggenheim corrió la cortina del importante movimiento que empezó su recorrido a finales del siglo XIX y puso a la vista el trabajo de las mujeres en toda esa trayectoria. «Abrieron la perspectiva y utilizaron los textiles, como Anni Albers, y los muebles, como Sophie Taeuber-Arp. Con materiales que no procedían de las Bellas Artes, llegaron a hacer arte de vanguardia, más allá de las connotaciones de la decoración y de lo doméstico, buscando un sitio distinto desde donde expresarse», explica Lekha Hileman Waitoller. Algunas de ellas procedían de la Escuela de la Bauhaus, un centro de enseñanza y de investigación creativa en la Alemania de los años veinte del pasado siglo que impulsaba la extensión del arte a todas las facetas de la vida.

Geanine Gutiérrez-Guimarães
‘Lygia Clark. La pintura como campo experimental’

Comisaria: Geanine Gutiérrez-Guimarães

«Entender los inicios de un artista ayuda a valorar su obra»

Geanine Gutiérrez-Guimarães

Como la venezolana Lygia Clark ya había tenido exposiciones importantes en el MoMA de Nueva York y en la Fundación Tàpies de Barcelona sobre su etapa escultórica, Geaninne Gutiérrez-Guimarães pensó que sería oportuno dar a conocer sus primeros años. «Entender bien cómo comenzó un artista ayuda mucho a valorar toda su obra. Por eso nos propusimos abordar esa primera década casi desconocida, sus vínculos familiares, su educación autodidacta, sus clases con Léger, su vuelta a Río de Janeiro y sus relaciones con Hélio Oiticica y Lygia Pape, con los que creó el movimiento neoconcreto a finales de los años cincuenta», comenta la comisaria.Sus cuadros de esa época recogen los verdes de la vegetación de la ciudad brasileña, los amarillos, el azul del mar. En unos años, su pintura se fue simplificando hasta llegar al uso de la pintura industrial blanca y negra, «al espacio positivo y negativo». Amiga de Jorge Oteiza desde la participación del creador vasco en la Bienal de Sao Paulo, en la que este se llevó el mayor premio, ser mujer artista en aquellos años «fue un reto» que superó hasta convertirse en «una influencia para todos sus contemporáneos», comenta Gutiérrez-Guimarães.

Lucía Agirre
‘Bill Viola. Retrospectiva’

Comisaria: Lucía Agirre

«No falló nada en los 110 días que duró la exposición»

Lucía Agirre

Lucía Agirre ya había trabajado con Bill Viola y su equipo, liderado por su mujer, Kira Perov, pero la retrospectiva de 2017 sobre el videoartista suponía enfrentarse a una complejidad tecnológica mayor. «Piensas en que puede fallar algo y que quizá tengas que cerrar alguna sala, aunque nosotros tenemos muy claro que eso no tiene que suceder». No ocurrió en los 110 días que duró la exposición. «No falló nada», recuerda la comisaria de la muestra. «La obra de Viola tiene un soporte tecnológico evidente desde sus inicios en el videoarte, pero esto no es lo importante. Al compás de las imágenes, quiere que nos demos cuenta de que todo sucede tan deprisa que resulta difícil percibir lo que está ocurriendo. Ralentiza, acelera, congela las imágenes para que el espectador vea cómo la velocidad influye en su percepción. Y lo hace también para abordar la eterna cuestión del tiempo, de la vida y de la muerte, de la religión, de la espiritualidad, utilizando a veces la iconografía de la historia del arte», sintetiza Agirre.

CRÉDITOS

Texto: Iñaki Esteban

Fotos: El Correo