1926

Martín Agüero recibe la oreja de oro de su peña. Gran estoqueador, con mucha soltura en el toreo de capa y muleta, el diestro nacido en la calle San Francisco debe abandonar tras una grave cogida de un toro de Herederos de Hernández.

Este percance impide su asalto al Olimpo de la tauromaquia, aunque deja profunda huella durante los seis años que se codea con lo más granado del toreo. El maestro riojano José Franco Ribate compone para él un pasodoble, distinción que solo alcanzan prominentes figuras taurinas, como Manolete y Marcial Lalanda, y con la que se premia las mejoras faenas del arte de cúchares.