ICÍAR OCHOA DE OLANO
VITORIA
Esa recurrente frase que dice que
el fútbol levanta pasiones puede
servir para explicar la tempera-
tura de las gradas de un campo
cualquiera en una tarde de do-
mingo. Incluso, quizá, para con-
tar una final de Liga Madrid-Bar-
ça. Pero no para resumir, ni si-
quiera rozar, una final de la Copa
de la UEFA teñida de albiazul.
Ayer fueron muchos, algo así
como 4.000, los que se vieron obli-
gados a prescindir de una silla en
el Westfalenstadion de Dortmund
a cambio de un metro cuadrado
en la cancha del pabellón de Men-
dizorroza. Eso, los más afortuna-
dos, porque se contaron por dece-
nas los que tuvieron que soñar
desde la calle, con los auriculares
incrustados en las orejas y el cora-
zón desbocado, con que el Alavés
subía al cielo y se quedaba allí pa-
ra siempre. Aun así, unos y otros,
creyeron, sintieron, soñaron que
lo que pisaban era suelo alemán.
Verde y húmedo, como el césped
en el que su equipo dejó escrita su
impronta de campeón.
El antiguo cuartel general del
Baskonia –flamante subcampeón
europeo– soportó hasta cuatro te-
rremotos humanos de la máxima
categoría en la escala Ritcher. Uno
con cada gol que el nunca mejor
dicho ‘Glorioso’ logró incrustar
en la portería inglesa. Todo en a-
penas 118 minutos que parecieron
un invierno de Vitoria.
Hubo congas improvisadas, to-
neladas de sudor y gritos desga-
rrados, aplausos como nunca espe-
ró recibir Mané, pataleos enfe-
brecidos, y pitidos que hicieron
temblar los cimientos del viejo
pabellón. Nunca en la fecunda y
dorada historia deportiva de la
capital alavesa se recordará nada
parecido.
La barrera del sonido
Ni tan siquiera cuando el 3-1 pare-
cía alejar al infinito la Copa de la
UEFA la afición albiazul dejó de
espolear a sus héroes. Entonces,
el «¡a por ellos!» rompería la barre-
ra del sonido para traspasar la
gigantesca pantalla de video y fun-
dirse con el aullido de guerra de
los 8.500 hermanos gustosamente
exiliados en Dormund.
Con la memorable remontada
albiazul, Mendizorroza alcanzó el
punto de ebullición. Ya nadie se
volvería a sentar. Ni a callar. Un
estruendo de alegría desbordada,
un delirium tremens en toda re-
gla acompañó hasta el final a un
Alavés épico que no pudo apun-
talar un título que le correspon-
día. Por coraje y porque sí.
En Mendizorroza aún resuena
la euforia. La de ayer y la de hoy,
porque a juicio de los otros 4.000
aficionados que ayer también ju-
garon, el Alavés no ha perdido.
Arde ‘Mendi’
4.000 aficionados
hicieron temblar los cimientos
del pabellón de Mendizorroza en una final épica
Decenas de hinchas
tuvieron que
disfrutar del partido
desde los aledaños
de la cancha
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RESACA
amarga para los seguidores del Alavés.
/ AP
UN JOVEN
intenta consolar a su pareja.
/ ALEX LARRETXI
DESOLACIÓN.
Los aficionados no pueden ocultar su decepción, tras consumarse la victoria del Liverpool.
/ BLANCA CASTILLO
EL CORREO
JUEVES 17 DE MAYO DE 2001
U
14
EL ALAVÉS, SUBCAMPEÓN DE LA COPA DE LA UEFA




