UN MAR DE BUFANDAS
albiazules inundó ayer la plaza de la Virgen Blanca para recibir a los nuevos héroes de la ciudad.
/ IGNACIO PÉREZ/ ALEX LARRETXI/ IOSU ONANDIA
PADRE E HIJO
miran hechizados hacia la balconada.
EL CORREO
VIERNES, 18 DE MAYO DE 2001
Deportes
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D
ICÍAR OCHOA DE OLANO
VITORIA
El fútbol tiene esa rara habilidad
de aglutinar razas distintas, eda-
des enfrentadas, profesionales
liberales, barrigudos y emigran-
tes, funcionarios, embarazadas y
parados, descreídos, ‘maquineros’,
andereños y niños bien. El fútbol
es raro.
La plaza de la Virgen Blanca,
escenario de vencedores, aún sien-
do en verdad vencidos, reeditó
ayer una nueva estampa, de ésas
que agarrota el estómago y exor-
ciza los malos espíritus. Los vito-
rianos que ayer cubrieron de para-
guas y agradecimiento la plaza de
Celedón eran todos distintos, todos
iguales, todos del mismo color.
Aguardaron bajo la lluvia el
momento de rendir honores a sus
héroes, izados en el podio más alto
de la ciudad. Y lo hicieron con la
impaciencia de quien tiene una
deuda importante que pagar.
Todos con Mercury
No en vano, veinticuatro horas
antes les habían visto dejar los
tacos y las tripas en un campo que
se tornó en una vertiginosa cues-
ta arriba. Les habían visto acri-
billar a goles la portería inglesa
cuando todo Liverpool se desme-
lenaba para celebrar su tercera
copa. Y, sobre todo, les habían vis-
to llorar, sin apenas fuerza para
ello, cuando la suerte se volvió
roja y los dioses llamaron a su rei-
no a la escuadra de Anfield.
Tenían que decirles y así lo
hicieron, empezando por Mané y
acabando por Gañán, que nunca
olvidarían su coraje, que nunca
olvidarían la emoción de cada gol
y, muy especialmente, que a todos
los efectos, «nosotros somos los
campeones». Así lo cantó Freddy
Mercury, Delfina Torres, una viu-
da de 71 años; Iker Lanzabal, un
enconfrador de Zaramaga; y Susa-
na Martín, una quinceañera ena-
morada de Iván Alonso, del ‘pier-
cing’ y de Alejandro Sanz.
Y así lo corearon también,
reconfortados, aliviados, enamo-
rados con el cálido abrazo de Vito-
ria, los hombres que han ubicado
la capital vasca en el mapa de
Europa y del mundo entero. «Lo
que han hecho estos chavales por
esta ciudad vale por dos ‘Gug-
genheim’», soltó, presa del entu-
siasmo, Mauricio Arrieta. «Valen
su peso en oro», apostilló con la
Como auténticos
campeones
Miles de vitorianos
improvisaron un 4 de agosto
para reconfortar al «verdadero ganador de la UEFA»




