8 de marzo

Seis mujeres a la vanguardia

Media docena de protagonistas de vidas excepcionales nos las cuentan en primera persona. Conoce las historias de la primera registradora de la propiedad de Euskadi, de la mujer con más años cotizados a la Seguridad Social, de una madre de acogida pionera, de una youtuber con productora propia, de una víctima de violencia de género que desnuda su experiencia en las aulas y de una atleta paralímpica que dio un giro a su existencia tras sufrir un accidente laboral

Dolores Agra

La mujer con más años cotizados de España

«Después de 62 años, los clientes son más amigos que clientes»

:: Eider Burgos

Dolores Agra (A Coruña, 1940) tomaba el café de media mañana con una clienta el pasado jueves. «Ese día te vi en la tele», le contaba la mujer. «Te vi en la tele y me estaba rompiendo la cabeza porque sabía que te conocía. ¡Claro, cómo no te iba a conocer!». La conversación es similar a tantas otras desde hace seis meses, desde aquel 29 de septiembre en que Dolores recibió la Medalla al Mérito en el Trabajo. Dijo entonces la ministra Fátima Báñez que el premio pretendía reconocer a quienes «llenaron su vida de horas de trabajo». Echen cálculos con las de Dolores, que lleva 62 años trabajando; la mujer con más años cotizados a la Seguridad Social en todo el país.

Dolores Agra

A sus 76 años, Loli –así le llaman los amigos– sigue detrás del mostrador de la mercería Marta, su tiendita a las afueras de la ciudad de A Coruña. Comenzó muy pronto: a los 14, cuando entró «a despachar» en un comercio similar al que hoy regenta. «Eran otros tiempos y tampoco quería estudiar», cuenta Dolores, que ya no recuerda aquellos primeros días en el mercado laboral: «Ha pasado tanto…» Sí recuerda, por ejemplo, el escaso sueldo de 150 pesetas –«era poquísimo»– a cambio de largas jornadas en un negocio con otras siete chicas. Recuerda también las primeras medias que pasaron por sus manos, cuando el nylon era un tejido inexistente en España y los ‘panties’ estaban cosidos con el mismo hilo que los calcetines de caballero: «Tendría 16 años. Me las trajeron de Nueva York: cinco pares iguales que me duraron años». ¿Unas medias que duran años? «Es que soy muy cuidadosa».

Dolores permaneció en aquella mercería hasta cumplir los 40, cuando decidió aprovechar los «buenos tiempos» –«ahora no es tan fácil»– y arrancar su propio negocio: otra tienda de lencería. «No me interesaba otra cosa, siempre me fue bien así», sopesa, humilde. La llamó Marta, como su hija, y cumple ya 37 años a las afueras de A Coruña. «Después de 62 años, nuestros clientes son más amigos que clientes», se congratula.

A pesar de la impresionante longevidad de su currículum, Dolores habla con humildad de su historia. Y le da la risa cuando sale a relucir la medalla que le entregaron en septiembre: «¡Ni sé cómo me encontraron!», exclama. «Llegué a casa y estaba mi hijo al teléfono. Yo pensaba que nos estaban invitando a algún evento y ya le estaba diciendo con el dedo que no iba». ¿Y cuándo supo que se trataba de la condecoración del Ministerio? «¡Tampoco!», ríe vergonzosa. «Es que soy muy tímida y me avisaron solo dos días antes. Me tuvo que convencer mi hijo: ‘¡Cómo no vas a aceptar!’, me decía». Dos días después, Dolores, hijos y nietos –que son cuatro– se plantaron en Madrid. «Me sentí muy arropada», afirma, en un premio por el que aún la felicitan.

Sesenta y dos años después de firmar su primer contrato, sigue acudiendo a diario a su tiendita, que saca adelante junto a María José, su empleada. Su hijo, Ricardo, ha heredado el espíritu emprendedor de su madre y lleva otro negocio justo al lado del suyo. Será él quien lleve la mercería cuando Dolores decida retirarse, que no será de forma inmediata. «Ahora estoy bien, vivo sola y la tienda es un motivo para salir. Aunque sí que llegará el día en el que diga: ‘hasta aquí’». Por el momento, sigue tras el mostrador.