Iraia Iturregi, Irune Murua y Eli Ibarra

LAS DESPEDIDAS

El adiós de una parte de la historia del Athletic femenino

:: JUANMA MALLO

Sin ellas, la historia del Athletic femenino sería otra. Son, aunque estén retiradas, tres de las cuatro futbolistas con más partidos de este grupo que nació en el año 2002. Eli Ibarra, Iraia Iturregi e Irune Murua se despidieron de la escuadra rojiblanca el pasado verano. Como pioneras, son la esencia de este conjunto que disfrutó de campeonatos de liga –el último, en 2016, resultó maravilloso y más de 10.000 personas se echaron a la calle para vitorear a la formación de Joseba Agirre–, del calor de la afición, de sonrisas, pero también de derrotas crueles, de títulos que se evaporaron en el último segundo.

Se hacían querer, tanto dentro como fuera del campo. Prueba de esto último, es la calurosa rueda de prensa de despedida que ofrecieron en Lezama el 18 de mayo de 2017. No faltaba nadie: sus compañeras, jugadoras del filial, trabajadores de la factoría rojiblanca, también Josu Urrutia y Ernesto Valverde, entonces entrenador del primer equipo del Athletic.

Estuvieron arropadas en una tarde llena de emociones; las lágrimas y la congoja, por ejemplo, no dejaron hablar a Irune, 314 duelos en el conjunto vizcaíno.

Sus dos compañeras lo intentaron. Parecían ambas más enteras. Pero no. Las dos se rompieron en algún momento, como lo hacían algunas de sus colegas de vestuario: Tirapu, Erika, Vanesa Gimbert, Eunate... «Me hubiera gustado que el cuento hubiera acabado de otra manera », confesó Eli, en referencia a las lesiones que le torturaron al final de los 413 encuentros que afrontó con el Athletic: nadie ha superado a la guipuzcoana. «He tenido experiencias inolvidables que me servirán para la vida», aceptó Iraia, la capitana, la referencia, una adolescente de 17 años cuando se enroló en las filas rojiblanca.

Ibarra se despidió con cinco títulos en su bolsillo, Iraia e Irune tienen cuatro, pero las tres han formado parte de una bella historia, de ese equipo que, sin Eli, Iraia e Irune hubiera sido distinto. Ellas abrieron una senda que ahora recorren otras compañeras, con ellas como espejo.