Slide Left Slide Right

"Hay evidencias de sacrificios humanos, es un gran hallazgo"

Las ruinas halladas por la expedición alavesa en su tercer viaje a Perú aportan detalles inéditos de los rituales incas



Mars Gaming Expedition Vilcabamba

Francisco Góngora

Desde Tintín a Indiana Jones o el mismísimo Capitán Trueno, pocos héroes universales de la literatura, el cómic o el cine se han resistido a vivir su aventura en las altas e inhóspitas tierras del antiguo Imperio Inca. Aquella sorprendente civilización precolombina, que llegó a un grado de desarrollo muy considerable –aunque no conocían la rueda–, derrotada y sometida por el extremeño Francisco Pizarro, llegó a ser diez veces España en superficie e iba desde Argentina a Colombia. Rodeados de misterios y leyendas, junto a mayas y aztecas, los incas son el codiciado objetivo de cualquier arqueólogo que investigue en América.

 

Con una mochila cargada de pasión por la aventura y el recuerdo al gran explorador Manuel Iradier, un grupo de investigadores alaveses, bajo el nombre de Mars Gaming Expedition, ha descubierto restos de un centro ceremonial inca desconocido hasta ahora y relacionado con el perdido reino de Vilcabamba, el último reducto de los incas. Además, han localizado otros posibles yacimientos entre los que destaca una necrópolis de esta época con decenas de tumbas situadas en cuevas. "Hay evidencias de que se hacían sacrificios humanos en la zona alta del complejo ceremonial, lo que, según los expertos que hemos consultado, sería un hallazgo revolucionario", asegura Miguel Gutiérrez Garitano, explorador y escritor que ha liderado el grupo junto a su hermano Rafa, fotógrafo de EL CORREO. Ambos yacimientos estarían ubicados en el distrito de Vilcabamba, provincia de La Convención, departamento del Cusco, aproximadamente a 150 kilómetros en línea recta al noroeste de la ciudad de Cusco, en Perú. La zona concreta no se precisa porque este tipo de hallazgos levanta la curiosidad de los saqueadores.

Mal de altura

No ha sido una expedición cualquiera. Ha tenido todos los ingredientes de una verdadera aventura romántica. La altura hace que la respiración se vuelva dificultosa. "El fenómeno de El Niño ha adelantado la época húmeda y hemos tenido bastante lluvia durante el viaje. Además, no hemos bajado de los 3.900 metros, por lo que el agua y el frío nos han afectado especialmente", relata Gutiérrez Garitano, que ha tenido que echar mano de las aspirinas para evitar el llamado mal agudo de montaña o "soroche".

Otro de los problemas importantes es que el grupo expedicionario formado por 13 mulas, 7 caballos de monte, 13 nativos y 7 investigadores se ha movido en las aldeas de la denominada zona roja, que por decreto del Gobierno de Perú está en estado de sitio por la presencia de la guerrilla de Sendero Luminoso y de narcotraficantes. Las autoridades de uno de los pueblos les impidieron seguir adelante porque, según decían, había minas y guerrilleros y porque el ejército tiene drones que podrían confundirlos con "senderistas" y matarlos.

Ese no fue el único traspié. Un campesino se enfrentó armado al grupo para evitar que explorara una zona prevista. Estos inconvenientes pero, sobre todo, la enorme dimensión de lo descubierto hizo al equipo reconsiderar el programa inicial. Se decidió desechar algunos puntos de investigación y dar cuenta de los descubrimientos realizados, cotejarlos y someterlos al escrutinio de expertos. Y después regresar en junio o julio de 2016 para completar la exploración.

 

Además de los estudios de las fuentes documentales del siglo XVI, para el hallazgo ha tenido mucha importancia el análisis mediante técnicas de teledetección que proporcionan los satélites. Además, es la tercera vez que Miguel y Rafa Gutiérrez Garitano reconocen personalmente el terreno. En otras ocasiones estuvieron acompañados de alpinistas como Diego Hortas. Los hallazgos han sido comunicados al Ministerio de Cultura de Perú, que se ha mostrado abierto a colaborar. "Vamos a presentar un proyecto para llevar a cabo una investigación más exhaustiva en la zona. El asunto urge porque la zona está desprotegida y los yacimientos están sujetos a continuos saqueos. Además, poner en valor estos lugares supondrá un beneficio para las comunidades, ya que atraerá el turismo a zonas hoy por hoy depauperadas", asegura Gutiérrez Garitano.

Proyectos culturales

El proyecto, que ha llevado una preparación de cuatro años, se ha realizado bajo el paraguas y la colaboración de entidades como la empresa vitoriana Mars Gaming, la Asociación Africanista Manuel Iradier, la Sociedad Geográfica Española, el Club Montisonense de Montaña (Monzón, Huesca) y el Club de Montaña Bardulia. El equipo ha contado con grandes guías peruanos como los Cobos y los Quispecusi.

Además del objetivo de la exploración, ya cumplido, los miembros de la Mars Gaming llevarán a cabo otros proyectos de índole cultural, como un libro –Miguel Gutiérrez Garitano–, un documental –Aitor González de Langarica–, un proyecto fotográfico –Rafa Gutiérrez Garitano–, un programa de recopilación de cuentos y canciones quechuas y en idioma quechua –Silvia Carretero Gómez–, publicaciones de ámbito científico –el equipo de arqueólogos y asesores– y un plan de ascensiones en la zona a picos vírgenes –Marcos y Javier Janer Moreno–. Otra de las grandes satisfacciones del equipo es que esta aventura ha salido adelante gracias "a los ciudadanos anónimos que han creído en nosotros y nos han financiado a través del Crowdfunding y también a empresarios valientes y aventureros que nos han financiado", concluye Gutiérrez Garitano.

Recintos rectangulares

El principal hallazgo facturado por el equipo de la Mars Gaming Expedition se sitúa en una montaña de casi 5.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Se trata de la más alta del entorno y está en el área occidental de las montañas de Vilcabamba. "La geóloga del equipo Rut Jiménez apreció mediante imágenes de satélite una serie de recintos rectangulares que podrían corresponderse con edificios", cuenta Miguel Gutiérrez Garitano. "Tras estudiar las formaciones a mí no me cupo la menor duda de que se trataba de una típica estructura inca conformada por un edificio –de 22 metros de longitud– tipo kallanka, acompañado, al menos, de otros cinco edificios más pequeños situados en torno a una plaza o kancha. Se trataba de la clásica distribución adoptada por algunos centros ceremoniales".

 

Los resultados dejaron cortas las estimaciones. Tras ascender la montaña, los exploradores fotografiaron numerosos recintos rectangulares correspondientes a edificios probablemente dedicados al culto o asociados a él –como tambos o posadas destinadas al alojamiento de los participantes en los ritos–, además de carreteras incas, escaleras y gradas, cuevas acondicionadas, huacas (reliquias en forma de piedra tallada), ushnus (plataformas), y numerosas tumbas en la base de la montaña. "Todo el cerro se organiza –explica Íñigo Orue– como un enorme yacimiento cuyo alcance no podemos conocer hasta que se haya llevado a cabo un trabajo arqueológico de mayores proporciones".

 

La relevancia del yacimiento hace creer que en la montaña se llevaban a cabo rituales muy importantes y que se trataba de uno de los principales complejos sagrados del Reino Neoinca de Vilcabamba, aunque el lugar tal vez tuviera su origen en épocas anteriores. Entre los ritos que se podían haber dado estaría el de los sacrificios humanos o Capac Cocha. "Normalmente, este tipo de ritual, en el que se sacrificaban preferiblemente aunque no únicamente doncellas vírgenes, se llevaba a cabo para prevenir hambrunas o desastres naturales, en algunos festivales señalados o ante la muerte del Inca, por ejemplo", explica Miguel Gutiérrez Garitano.

"Hemos documentado dos construcciones adosadas cercanas a la cima, que son idénticas a las aparecidas en el volcán Llullaillaco (Provincia de Salta, Argentina) y que sirvieron supuestamente para preparar a los niños antes del último ritual del sacrificio", agrega. El descubrimiento del monte santuario no es el único que se trae el equipo de la Mars Gaming Expedition. También han descubierto una "enorme necrópolis inca de decenas de tumbas situadas en cuevas" dispuestas sobre una colina de unas 12 hectáreas. Tras examinar una cueva en la ladera de la colina, Miguel Gutiérrez Garitano descubrió una tumba con dos cámaras sepulcrales en una de las cuales descansaba un esqueleto. "El conjunto está saqueado desde hace tiempo, pero la extensión del yacimiento y la similitud con otros yacimientos anteriores nos da esperanzas de que pueda haber alguna tumba intacta", asegura.

 

Equipo

Miguel Gutiérrez Garitano
Miguel Gutiérrez Garitano

Historiador y escritor

Director del proyecto. Ha llevado a cabo viajes y exploraciones en lugares tropicales y desérticos, además de a zonas de conflicto. Es autor de cinco libros y decenas de reportajes.

Rafael Gutiérrez Garitano
Rafael Gutiérrez Garitano

Fotoperiodista

Fotógrafo de El Correo y apasionado viajero, colabora con su hermano en proyectos de exploración. Trabaja en documentales sobre ciudades divididas como Belfast, Jerusalén o Nicosia

Aitor González de Langarica
Aitor González de Langarica

Realizador audiovisual

Socio fundador de Área Audiovisual. Fue guionista, productor y director del documental histórico La Batalla de Vitoria (2013).

Iñigo Orúe Beltrán de Heredia
Iñigo Orúe Beltrán de Heredia

Arqueólogo

Trabajaen la UPV-EHU en la aplicación de teledetección y análisis espacial en conjuntos arquológicos.

 

Silvia Carretero Gómez
Silvia Carretero Gómez

Documentalista

Licenciada en Historia, especializada en Prehistoria, dirige su propia empresa de gestión documental.

Marcos Janer Moreno
Marcos Janer Moreno

Alpinista

Asiduo pirineísta con más de 20 años de experiencia en la práctica de deportes de montaña. Monitor de esquí.

Javier Janer Moreno
Javier Janer Moreno

Alpinista

Pirineísta, monitor de esquí y colaborador como su hermano de varios clubes de montaña.

María Valencia
María Valencia

Médica

Médico de familia y diplomada en Medicina tropical. Ha trabajado como voluntaria en India, Filipinas, Benin, Brasil e Indonesia.

Tras los pasos de La Exploradora

Miguel y Rafa Gutiérrez Garitano han resucitado el espíritu con el que Manuel Iradier creó la primera sociedad geográfica





Sede de La Exploradora -Vitoria

 

Sostiene Miguel Gutiérrez Garitano que el combustible que le ha movido para iniciar esta aventura ha sido la literatura, el mundo clásico del género de aventuras que ha leído desde niño en su casa familiar, donde su padre tiene una impresionante biblioteca: Salgari, Stevenson, Hergé, Tolkien, las grandes exploraciones del siglo XIX. "Ya no hay hazañas culturales, se premia más el éxito deportivo, el record extremo. Yo he tenido la suerte de vivir lo que había leído toda mi vida", comenta este escritor formado como periodista e historiador. Lo cierto es que se ha hecho tan realidad en los cerros andinos que el número de miembros, siete, coincide con el de los sabios perdidos en "El Templo del Sol" de Tintín. El espíritu y la pasión de esta expedición han resucitado el lema de la sociedad geográfica La Exploradora que creó Manuel Iradier en 1868 – su nombre original era la Sociedad Viajera– y que se encierra en su pendón: "Conocer lo desconocido".

 

Esta bandera le acompañó siempre en sus viajes. "Con Iradier, Vitoria, que vivía una eclosión cultural como "Atenas del Norte", fue pionera en la Península Ibérica en la creación de la primera sociedad geográfica. Antes que en Madrid, antes que en Lisboa o Barcelona, aquí organizamos uno de aquellos clubes de gente enamorada de la aventura . No fueron las instituciones públicas, fueron vitorianos ilustrados y liberales los que apoyaron aquella idea soñadora de Iradier de explorar África", explica Gutiérrez Garitano. Iradier le dio tal categoría a su sociedad que consiguió que se hicieran miembros de ella gente tan importante como Joaquín Costa, Antoine D"Abbadie –al que hizo presidente–, Gustav Nachtigal o Gerhard Rohlfs, todos ellos célebres hombres de ciencia y aventureros europeos. A nivel local apoyaron a Iradier el primer Marqués de Urquijo, Federico Baraibar, Federico Zavala (antepasado de los Gutiérrez Garitano) o Eduardo Velasco, entre otros.

 

Aquella filosofía que acompañó al gran explorador vitoriano hasta su muerte fue retomada de nuevo en 1989 por otro grupo de alaveses que fundaron la Asociación Africanista Manuel Iradier, que impulsa e internacionaliza los mismos valores de su predecesora. Ímpetu, sed de conocimiento y solidaridad. Todo ello para beneficio de los guineanos y para reivindicar la memoria del explorador. La Africanista ha realizado numerosas expediciones científicas de geología, botánica y fauna y trabajó como ONG en el desarrollo de Guinea Ecuatorial con mucha ayuda de las instituciones. "Esta nueva expedición se ha amamantado de La Exploradora y de la Africanista. Como un amuleto y como bandera del equipo hemos llevado ese estandarte. Estamos convencidos de que es un proyecto de ciudad. De momento, de ciudadanos de Vitoria que se han volcado en pequeñas y algunas grandes aportaciones a través del crowdfunding", explica Rafa Gutiérrez.





Sede de La Exploradora -Vitoria

 

Además de los siete que se han movido sobre el terreno: Miguel y Rafael Gutiérrez Garitano, los alpinistas del Club Montisonense de Montaña, los hermanos Marcos y Javier Janer, el cineasta e historiador Aitor González de Langarica, la historiadora y documentalista Silvia Carretero Gómez y la médico de expediciones María Valencia Basaldua, ha habido un gran equipo detrás que ha facilitado el trabajo previamente. Entre ellos, el arqueólogo de la UPV Iñigo Orue, la geóloga Rut Jiménez y el montañero Diego Hortas Martínez de Murguía, que también realizó campañas anteriores.

 

logo la exploradora

Documentos

Explorador Manuel Iradier

"Conocer lo desconocido"

Manuel Iradier africanista y explorador español (Vitoria 1854-1911)

El viaje

Resumen en vídeo

El documental

Imágenes para un próximo documental

Vilcabamba

Una zona inexplorada

Crowdfunding

Los libros