Julio Lombas
Relojero-joyero (83)
Algo más que el orgullo de un hijo
Querido padre. Ha pasado más de un mes desde que marchaste. No está siendo fácil para ninguno de nosotros. Eras, desde un segundo plano, el pilar de nuestras vidas. Nunca había sentido tanto dolor dentro de mí, pero intento reprimirlo tal y como lo hacías tú, de una forma sobria y sin afectar a los que nos rodean. Estos últimos años hemos tenido muchas conversaciones, cada cual más cercana. Suponíamos que toda buena persona terminaba quedándose únicamente con lo positivo de cada uno. Y eso es algo que ha resultado extremadamente sencillo contigo. Me siento orgulloso del padre que he tenido y de lo que he aprendido directa e indirectamente de ti. No puedo evitar tener en mi mente infinidad de momentos. Aunque aún me duela recordarlos, llegará el día en el que lo haré con alegría (como tú querrías) y rodeado de tus seres queridos. Tu mujer se ha comportado tal y como te imaginabas: al principio con una entereza inhumana, casi insultante. Aunque ahora es cuando nota tu ausencia en cada situación cotidiana. Mi deseo es rendirte homenaje como tú hubieras deseado, con discreción, sobriedad y felicidad compartida. Desde tu juventud en León y en la mina. Pasando por tu llegada a Bizkaia y tus inicios como relojero, que te llevaron a montar el taller en casa, en Sestao. Y por último la joyería, también en Sestao. Su cierre a fin de año preveía un retiro más que merecido. Solo te queda descansar tras 83 años de dedicación a los que te rodean. Te quiere, tu hijo.