Así eras tú:alegre y dicharachero

Aita, recordaremos cada uno de los momentos vividos contigo. Tus chistes, tus diferentes maneras de hacernos reír y también tus cambios humor. Así eras tú. Con tu gran pasión por el Athletic. Tus tardes de partidos de pelota mano y tus películas de vaqueros. El miedo a la enfermedad y la obsesión por dolores inexistentes. Esa obsesión que desaparecía cuando te sumergías en tu libertad. En las partidas de cartas o en una tarde con amigos por Basauri, entre risas y pintxos. Porque así eras tú: libre. Un alma impaciente y preocupada por los demás. Esa alma a la que, de la noche a la mañana, robaron su libertad. Saliste de casa y no te volvimos a ver. Nunca imaginamos que te podrías ir así, sin despedirnos. Solo. En una habitación de hospital. Sin saber si realmente supiste el porqué de lo que sucedía. No pudimos acompañarte y eso nos llenó de dolor. Un dolor inmenso, que nos ha roto el corazón. Quiero que sepas que en todo momento hemos estado contigo y me gustaría pensar que nos has sentido ahí, junto a ti. Ahora lo único que me tranquiliza es pensar que después de tantos años, ama y tu os volvéis a juntar, y estoy segura que desde allí nos vais a cuidar. Te queremos y estarás con nosotros para siempre. Tu familia, que no te olvidará.