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Juana Merino Ballesteros

Ama de casa (95)

Tú no has muerto

«Yo sé que vienes, cariñosa y buena, a consolarme cuando estoy enfermo, cuando estoy triste a compartir mi pena y acariciar mi frente cuando duermo». Este es un fragmento de ‘Tú no has muerto’, un poema del escritor Gonzalo Báez-Camargo que dedica a su progenitora. Son unas líneas que leí en un restaurante cántabro. Es la mejor manera de homenajear a Juana. Nació en el barrio La Orconera, en Ortuella. Fue, sin duda, una gran madre y esposa. Ella me enseñó a ser muy trabajador y buena persona. Me solía alentar para que ayudara a la gente, y así lo he estado haciendo como voluntario durante casi 40 años. Siempre alegre. Todavía recuerdo cuando vinieron unos jóvenes a preguntar por la Guerra Civil en Bizkaia. Era para un trabajo del instituto. Mi madre les contó todo lo que recordaba, que era mucho. Qué alegría le dio cuando le dijeron que el trabajo había salido muy bien y… ¡hasta la profesora lo guardó! En cuanto pude me acogí al contrato de relevo de sanitario en ambulancia para cuidarla hasta el último día. Con mis conocimientos y los de su gran médico, que me aconsejaba. Solía preguntarme por todas sus amigas del barrio, en especial por su gran amiga Sor Gloria.