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Juan Galilea Setién

Marino (77)

Una foto en el balcón y la Salve marinera

Tras diez días en casa con fiebre, mi padre, vecino de Las Arenas, se puso bastante mal y le ingresaron en Urduliz. El día 7 de abril falleció a causa del coronavirus. Hasta ese momento hacía vida normal. Todo ha pasado muy rápido pero el dolor es inmenso. No hemos podido verle ni acudir a su incineración. Tampoco tenemos las cenizas y no está descansando donde debería, en el nicho familiar en Portugalete. Es lo más duro que te puede pasar en la vida. Yo conseguí hablar con él por teléfono cuando estaba ingresado, pero no pude verlo ni despedirme. En casa, tanto mi madre como yo hemos superado el virus. Por eso no sé por qué no me dejaron verlo. Siempre me quedará esa duda y la de por qué no lo bajaron a la UCI ni le pusieron un respirador. Tenía 77 años, tampoco era tan mayor. Cuando lo incineraron, pusimos una foto suya en el balcón y la Salve marinera, porque había tenido un barco con un amigo y salían a navegar muy a menudo. Le gustaban mucho el Athletic y el Arenas. Le encantaba la fotografía y viajar. Era muy activo, un padre maravilloso que participaba en cualquier proyecto en el que yo me embarcara. Al haber navegado durante años, cuando llegaba a casa era como una fiesta. También era un marido excelente. Ahora nos falta poder enterrarle y hacerle un funeral como Dios manda. Es como un duelo que no hemos podido pasar por el aislamiento, pero los abrazos se necesitan.