Una bilbaína de lo más fuerte

«Ojos verdes, verdes como, la albahaca. Verdes como el trigo verde, y el verde, verde limón...» . Y es que no puedo recordarte de otra forma que no sea canturreando esta canción, regalándonos historias, recuerdos de tu niñez, de tu juventud... La enfermedad de estos últimos años intentaba arrebatártelos, te jugaba malas pasadas. En realidad nos la jugaba a los que te veíamos olvidar el presente... trasladándote a un pasado que cada día era más vívido para ti. Todo era extraño, era doloroso ver cómo te apagabas... Rememorar juntos todos aquellos recuerdos se convirtió en una constante, nos reuníamos a tu alrededor para disfrutar de tus historias. Cuidaste de todos hasta que llegó el momento de que cuidáramos de ti. Lo normal sería decir que te extraño, pero en realidad creo que ahora te tengo más cerca que nunca. Hoy, todo lo que me has enseñado está presente. Tu risa, tu ceja levantada, tu elegancia, tus miedos, tu ‘arranque’ y un montón de cosas más me acompañarán siempre porque nunca podré olvidarte. Me enseñaste a ser fuerte y a ‘tirar’ hacia delante y ahora, me toca ponerlo a prueba. Espérame en la orilla de una playa, espérame mientras sientes la brisa, el sol y las olas, espérame porque algún día volveremos a juntarnos y volverás a agarrar mi mano para no soltarme jamás. Esto no es un adiós, es un ‘hasta mañana, ama’. Sigue cuidándome allá donde estés, como hiciste siempre. Te quiero, ama.