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Félix García Santamaría

Jubilado (86)

Un ejemplo al que quisiera parecerme

Muchas veces había pensado en cómo sería el momento en el que te dejan tus padres. En ninguno de esos pensamientos podía llegar ni a imaginar el que finalmente ha sido. Mi padre se ha ido solo, sin poder verlo por última vez, sin el cálido abrazo de su gente, sin poder escuchar todo lo que nos hubiera gustado decirle, y sin poder velarlo después. Mi duelo no ha acabado, porque no ha habido una despedida y ese capítulo aún no se ha cerrado. TODO MUY TRISTE. Félix , mi padre, buena persona, sencilla, humilde, sociable, trabajadora y luchadora, emigró en busca de nuevas oportunidades. De un pequeño pueblo segoviano a una gran ciudad holandesa, de Valtiendas a Beverwijk, para acabar después en Basauri. Se esforzó por darnos lo que él no había tenido y siempre nos animó a que nos formáramos, inculcándonos el valor del esfuerzo en la vida. Demostró ser un campeón durante la larga enfermedad de mi madre, siempre a su lado. Ha disfrutado de su vida hasta el final, viviendo como él quería, independiente, sin querer molestar, y es algo con lo que me quedo. También me quedo con su sonrisa, su orden y sus sabios consejos. Es doloroso que no haya tenido la despedida que se merecía, aunque estoy convencido de que él lo entiende, y de hecho no le importa, pero considero que debe tenerla de alguna forma. Estas palabras son mi pequeño homenaje a un padre, maestro de la vida, un ejemplo al que quisiera llegar a parecerme. Siempre regaré y cuidaré tu árbol.