Borja Gómez Boyero
Trabajador autónomo (36)
El hijo más amoroso
«Amatxu, ¿alguna vez voy a poder tener hijos?», me había preguntado mi hijo las Navidades pasadas cuando vino a visitarme. Era una de las preocupaciones que rondaba en su cabeza de vez en cuando. Lo que pensaba mi niño a sus 36 años. ¡Cómo disfrutó esa estancia acá en Extremadura! Aunque vivía en Galdakao, era feliz siempre que estaba aquí a mi lado. Reía con todos los del pueblo. Un día hasta le dijo al sacerdote lo bien que se vivía aquí. Tenía una necesidad constante de hacerme feliz, de que yo estuviera a gusto. El verano que fui a Bilbao, me llevó a ver el Guggenheim y todos los sitios nuevos de la ciudad. Este y todos los momentos que vivimos juntos los atesoro como los recuerdos más valiosos que me quedan ahora que él se fue. A Borja le encantaba la cocina. Todas las noches me enviaba las fotografías de lo que preparaba. Esa pasión la combinaba con su amor por el Barça. Si hasta cuando estaba chiquitín les decía a sus amigos que él había nacido en Barcelona. Cuando nos hablábamos por teléfono yo siempre le decía: «Cuídate porque eres mi vida». He vivido por y para él. Ahora ya no está conmigo. Ha sido difícil no poder despedirme de él. Me han arrancado la mitad de mi corazón. Lo que me mantiene con fuerzas para poder seguir levantándome en su ausencia es que está ahora en un lugar mejor, más feliz. Se fue sin haber podido tener hijos, pero si él fue uno excepcional, cariñoso y amoroso, estoy segura que como padre hubiera sido extraordinario. Te amo hijo. Te pido que me des la paz y la fuerza para poder salir adelante.