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Asunción Bertol

Ama de casa (97)

Agur, amante

Ama, hoy he querido escribirte para despedirme recordando los pequeños detalles que te hacían única y que siempre recordaremos. Mujer de garra, de sangre rojiblanca, como tu equipo, nunca olvidabas colocar tu pin del Athletic en tu jersey, tampoco la medalla de la amatxu de Begoña. Recuerdo cómo te gustaba tomar el sol y tu característico olor a Nivea o los domingos con aita en La Arboleda. Desde hace 14 años tu casa ha sido la Residencia. Recuerdo los paseos por los alrededores, cómo te gustaba observar los patos del Gobela, los pájaros y tus siempre nombradas chibiritas. Algunos días animabas el ambiente de la Resi, con tus bilbainadas y el himno del Athletic. Recuerdo nuestros cafés en el Artaza, la memoria te fallaba últimamente, pero rápido recordabas al camarero. Recuerdo nuestras charlas en torno a ese café, al principio más trascendentales y después menos coherentes, siempre agradables. Podría hacer un diccionario de todas las palabras que te inventabas, hasta a ti te hacían gracia. Recuerdo tu olor a laca, con tu pelo tieso de peluquería. Siempre has estado conmigo, mi marido y tus nietas. Como ya he dicho, así te recordaremos, fuerte, con garra y ganadora de muchas batallas. En esta última no te he podido acompañar, pero sé que sabes que estaba ahí contigo, agarrándote fuerte de la mano y diciéndote todo lo que te quiero y dándote gracias por todo lo que me has dado. Hoy no te puedo despedir de otra forma que repitiendo tu siempre cariñosa despedida: «Agur, amante».