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Vicenta Vicente González

Prof. mercantil y ama de casa (93)

Una vida llena de amor y números

Vicenta descubrió que el mundo de los números era un universo en el que disfrutar. Sus padres, conscientes de ello y a pesar de las dificultades de las mujeres en la época, le dieron la oportunidad de hacer una carrera. En Valladolid se licenció y trabajó rodeada de hombres, hasta que Francisco se la trajo a Vitoria. Aquí explicaba Matemáticas a los niños de una forma mucho más amena. A esos niños ajenos se sumaron dos propios. Fiel a su época, los números pasaron a ser los de su casa, suficientes en años en los que los obreros estiraban unas nóminas más cortas que otra cosa. Sus hijos crecimos. Yo dejé una casa de la que demasiado pronto desapareció su Paco, maldito cáncer. 25 años viuda, pero muy bien apañada. No mucho más tarde, a esa casa a la que íbamos sus hijos, se asomaron nuevas hijas y, sobre todo niños, otra vez. Su rostro se iluminó con un nuevo brillo mientras ejercía con honor de abuela. Qué orgullo y felicidad en las tiendas. «Hoy pides más...», «Es que vienen a comer mis nietos». Así hasta hace muy pocos meses, 93 años, ya no podías vivir sola. La ayuda no era suficiente. Sin hermanos, sin las amigas de siempre. La residencia fue todo un descubrimiento. Bien arropada, buenas compañeras, el cariño que te merecías. Pero llegó el trágico desenlace. Un mes con apenas contacto por Skype y un último viaje al hospital, sin los tuyos, sin que lo entendieras. Un muy triste e inmerecido final. Siempre estarás en los corazones de los que te quisimos.