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María Ángeles Gonzalez

Ama de casa (93)

Madre y maestra de valores humanos

Querida madre, Ángeles como todos te conocían, aquí, en tu querida Vitoria-Gasteiz y en Villarramiel, tu pueblo de siempre. Fuiste una mujer cariñosa, alegre, divertida, generosa y humilde a la que, como una flor, el paso del tiempo fue marchitando. Pero siempre disfrutaste de tu familia, de los retornos al pueblo y de la vida en sí misma. En los últimos años te convertiste en una voraz lectora y en toda una artista con tus mandalas. Estabas entretenida, pero ¡cuánto echabas de menos cocinar! Te encantaba y en ti era un arte: las rosquillas y las mermeladas que preparabas con tanto cariño, y que repartías entre tus hijos, nietos y biznietos. Cuidarnos y alimentarnos fue tu mayor preocupación. Pero todo tiene un final. Tenías que irte y dejarnos huérfanos. Tu partida ha causado un profundo desgarro en nuestras vidas, pero sabemos que la muerte no es nada. Es tan solo un horizonte, y un horizonte es solo el límite de nuestra visión. Ahora puedes cuidarnos desde el cielo: tú, que siempre fuiste un ángel, ahora serás nuestro ángel de la guarda. Siempre estaremos juntos y tú con nosotros: en nuestras conversaciones, en nuestras reuniones, en las fiestas… Seguirás en nuestro pensamiento, aunque no te veamos. Te llamaremos como siempre, MADRE, y te hablaremos sin solemnidad ni tristeza. Recordaremos tus dichos, tus historias y tu vida, que no siempre fue fácil, pero que supiste hacer plena. Seguirás estando cerca, muy cerca, y junto a ti nuestro padre, tu querido Manolo, al que tampoco olvidaremos.