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Esperanza Quilchano Cuesta

Ama de casa (92)

En memoria de mi ama

El perder un ser querido siempre es doloroso y máxime cuando se trata de tu ama. Te fuiste en la máxima oscuridad y silencio. El tiempo tan convulso en que estamos lo ha decidido así. No se te ha podido dar la despedida que merecías. En la máxima soledad hemos tenido que decirnos adiós, pero ahora no vas a estar sola. Vas a encontrarte con el icono de tu vida, tu gran amor, tu ‘chico’, aita (Jesús). Nosotros tampoco estaremos solos ya que tenemos tu legado: todo lo que nos habéis enseñado aita y tú. Nos viene a la cabeza tu energía, tu fortaleza, tu carácter luchador y tu mentalidad tan abierta para la época te tocó vivir. Fuiste fuente de alegría y energía, incluso cuando tu cabeza no te seguía con el mismo entusiasmo. Recuerdo momentos felices que hemos pasado a tú lado jugando a las cartas, dando paseos, agarrados de la mano o del brazo, sin decirnos nada pero entendiéndonos en todo y orgullosos de quien teníamos a nuestro lado. Has dejado huella en todos los que, en los últimos años, compartieron contigo en Vitoria. Ese dejarte querer por todo el que estaba a tu lado y velaba por ti creaba una atmósfera de gratitud hacia tu persona. Por todo lo que nos has dado te queremos y esperamos que descanses en paz junto con aita. Siempre en nuestros corazones. Un beso. El beso que no te pudimos dar…