El Athletic desarrolló un fútbol efectivo y contundente, mostró más ansias de triunfo que el Barça, disputó cada balón y marcó su gol a los 13 minutos. Endika logra meterse en la historia del club vasco.
Los integrantes de los dos equipos soltaron golpes y patadas a diestro y siniestro al acabar el partido, en un final sonrojante para el fútbol. La estrella blaugrana, Maradona, se comportó como un vulgar pendenciero.
Madrid, desde Chamartín al Bernabéu, de la Cibeles a la plaza de Castilla, era un hervidero rojiblanco. Más de 10.000 seguidores bilbaínos llegaron a la capital sin entrada. "Barça por millones, Athletic por cojones"
"Es una pena que haya gente en el campo que no sepa perder. Me da una lástima tremenda porque esto es acabar con el fútbol".
"Esto no ha sido un partido de fútbol ni nada que se le parezca. Un conjunto deseaba jugar y el otro hacía lo imposible para que no ocurriese".
"En aquel momento fue como meter un gol cualquiera. Entonces no me di cuenta de la trascendencia que tiene".
"Fue un conjunto de nervios porque en esos partidos hay una tensión fuera de lo normal y cualquier chispa pequeñita produce un incendio".
"Todos vinieron a por mí y pasó lo que tenía que pasar. Goikoetxea quería terminar el trabajo que había empezado unos meses antes".
Los jugadores del Athletic embarcan en la 'gabarra de Caronte' para cubrir la singladura triunfal que les llevará hasta el puente de San Antón, escudo de la ciudad, y de ahí al Ayuntamiento.
Bizkaia se vuelca con el Athletic. Miles de aficionados ovacionan con fuerza el paso de los campeones desde ambas orillas de la ría. Y decenas de navíos surcan la ría.
A bordo de la 'gabarra de Caronte', la plantilla al completo del Athletic sube por la ría en singladura triunfal entre el clamor de la afición. Los jugadores están exultantes
Los rojiblancos aprovechan el festejo para rendir tributo a su entrenador, al que voltean varias veces durante la singladura triunfal, en su particular fiesta.
Sirenas, bocinas, petardos, bengalas y todo tipo de sonidos marinos celebran durante toda la travesía el doblete de la temporada, ante el fervor de toda Bizkaia.
La ría se tapona de una potente flota que asiste jubilosa a la celebración que nadie quiere perderse porque el Athletic es parte de todos.
Por el río Nervión, subía una gabarra rúmbala, rúmbala, rum con once jugadores del club atxuritarra rúmbala, rúmbala, rum, a la rumba del cañón...Siempre lo quisimos cantar.
Tan vivo y tan nuestro como el Arenal, la ría o el puente colgante, por una simple y poderosa razón: el Athletic somos nosotros.
Los jugadores se sienten radiantes ante el recibimiento de la afición y no saben cómo satisfaer a tantos hinchas entregados y rendidos ante su grandioso triunfo.
Desde el helicóptero contratado por El Correo, la ría y sus márgenes presentan este aspecto una vez que se ha traspasado el puente del Ayuntamiento, con la ciudad volcada en la calle.
La multitud estalla en un apoteósico estruendo cuando la gabarra y el séquito que la acompaña llega a las proximidades del Consistorio. Todos en la calle. No hay un solo hueco.
Ni un hueco libre en la pasarela peatonal de Conde de Mirasol, que resiste la marea rojiblanca aunque la maniobra resulte peligrosa para la estabilidad del puente.
Una multitud se congrega en los aledaños del Ayuntamiento, el puente y los muelles de Uribitarte y Ripa para ver y oír a los jugadores. Nadie quiere perdérselo.
Embarcaciones de todo tipo siguen hasta el final a los triunfadores rojiblancos en su recorrido por la ría, ante la emoción malcontenida de miles de bilbaínos.
La gabarra triunfal desembarca en las escalinatas situadas en el Campo de Volantín frente al palacio municipal, donde los jugadores entregarán a la ciudad el trofeo conquistado en Madrid.