Versión canina de la final.
Unos aficionados de Baracaldo «vistieron» a los canes con las
camisetas
del Athlétic y el Barcelona.
El pastor alemán llevaba el dorsal número 5 (Goikoetxea) y el bull-terrier -perro de pelea americano- el 10 (Maradona). «Maradona»
sostenía un palo en su boca, «con ánimo
de
pelea», insinuaron los aficionados. La escena hizo las delicias del público
que se
había
congregado
en la
margen izquierda de la ría
para
presenciar el paso de la gabarra.
v"'
EL
CORREO ESPAÑOL-EL PUEBLO VASCO martes, 8 de mayo de 1984
EL NERVION, EN ROJO Y BLANCO
Las dos márgenes de la ría concretaron la teoría
del júbilo, entre sirenas feroces, estrépitos de
txistus, tambores, bombos, bandas de cartón,
atildados gritos de tenor aclaradas con las
mejores claras de huevo para la ocasión,
ramalazos de tintorro y sorbazos de champán.
Apostados al paso de los héroes gentes de toda
edad y condición: abuelitas, lactantes, ciegos,
adolescentes en flor ...
Antxón Urrosolo
La ría, atravesada en su
bruma de acero por un sol de
mayo, que doraba aún más su
tradicional luz cenital, daba
pie a una foto fija en la que se
veía, en cada margen a lac-
tantes mecidos en coches
adornados de rojo y blanco, a
perros sin
pedigrí,
pero con la
casta suficiente como para
vestir la camiseta del Athlétic,
a niñeras luchando con ange-
litos
que pretendían subirse al
petril, a dieciochoañeras her-
mosamente elásticas, dando
saltitos de alegría con ágil ai-
re de aerobic, a gordos, fla-
cos, altos, bajos, jóvenes, vie-
jos...un millón de gentes, en
fin, concentrando sus mani-
festaciones de júbilo entre ra-
malazos de tintorro, efluvios
de (arias, exlosión de altavo-
ces
y estallar de banderas,
gorras, pegatinas, bufandas
e infinidad de símbolos y sig-
nos rojiblancos que oculta-
ban el sol y se disparaban
como la propia alegría del
momento hacia el cielo.
La foto hubiera parecido
del todo fija, estática, conge-
lada en un solo clamor
«!Ath-
le eeeeeeeeeetic!, si la gaba-
rra que transportaba a los hé-
roes no se hubiese deslizado
suavemente entre el sonido
de las sirenas de los barcos,
sobre la ría que ayer fue a
morir a un mar formado por la
hinchada.
El mayor espectáculo
para un ciego
Jesús Dorado «Pi-Pi», el
ciego de Las Arenas, el trova-
dor del cupón, llevaba una
txapela de medio metro de
diámetro y en su bastón ser-
penteaba una cinta rojiblanca
adhesiva, que reptaba desde
la punta hasta la empuñadu-
ra. «Este
es el mayor espec-
táculo que un ciego pueda
ver»,
decía con su conocida
socarronería,con ese humor
negro y agridulce que le sirve
para reírse de la vida y afron-
tarla con su sentido libertario.
El como, siempre, se abrió
ayer paso entre la marabunta
con su grito de guerra
pi-pi,
pi-pi, pi-pi...
y cuando la gaba-
rra se perdió en el horizonte
rumbo a San Antón comentó:
«Hermano no hay peor ciego
que el que no quiere ver»...
Una «pelusa» en el asfalto
...Y
al otro lado del río, entre
los árboles del Arenal se veía
y se oía de todo. Lo tópico, lo
típico y lo genuinamente dife-
rente. Aquel tipo arrastraba
por el asfalto una peluca, su-
jeta a una cuerda, a la que le
había puesto un cartel muy
elocuente:
«Pelusa de Mara-
dona».
Un tipo gordo, de más
de cien kilos en canal, vestido
con una especie de toldo pla-
yero rojiblanco, hizo crujir, al
paso de la pelusa automática,
los amortiguadores de un co-
che en el que descansó sus
posadeares y dio tregua a sus
sudores.
Por allí se vieron también
perrillos falderos disfrazados
de Dani, encantadoras abue-
litas como doña Dolores Ba-
saldúa y sua amigas, espe-
cialmente llegadas de Amu-
rrio para tomarse un chocola-
tito con pastas en el Casco
Viejo después del recibimien-
to, mozalbetes enchapados
en cuero, señoras perfuma-
das con sus mejores esen-
cias
supermanes
rojiblancos, indios metropoli-
tanos venidos de Baracaldo,
Santurce y Sestao con la cara
pintada en los dos únicos co-
lores imaginables, adoles-
centes tumbados en el es-
plendor de la yerba del Are-
nal, ellos pasando sus ma-
nos, como lianas, por la cintu-
ra de ellas, chicas de crines
doradas; había también golfi-
llos de
blue-jeans
colgados de
las tejabanas de los aparca-
mientos, francotiradores
apostados en azoteas, balco-
nes, cabinas telefónicas, fa-
rolas y cornisas....!qué fue
aquello!...
«Cuando yo me
muera...Riáu chiribiribí»
En medio del paisaje, la fi-
gura digna de Don Luis Turri-
Ilos, clarinete de la banda Mu-
nicipal de Música de Bilbao,
acompañado de su señora
que fielmente le sostenía el
gorro, se abría paso por el
puente del Ayuntamiento, a
las seis de la tarde. En el
interior de su maletín llevaba
las partituras preparadas pa-
ra el acto,
«el animoso»,
«cuando yo me muera», «Riáu
Chiribiribi», «el aldeano», «Vo-
lando va», «Animo pues»,
«¡Abandotarra!», «Altza gaz-
teak» y... naturalmente el him-
no de Bernaola. Don Luis
continuó su camino entre vo-
ces de altavoz que entonaban
la jota que aconseja no casar-
se con la Luchi,
«porque ven-
de loteruchi» y
«casarse
con la
María, porque vende lotería».
Muy cerca de allí un coro de
alegres y equívocos mucha-
chos entonaban el
«Todas al
fútbol»
de La Ochoa:
«machos
y mariquitas sin distinción en-
tonamos
el alirón»..cantaban.
Hubo músicas para todos.
El alegre desmadre del 7 de
mayo, el más feliz día del año
hizo exclamar, no obstante, a
una señora recién salida de la
peluquería en el momento
que el júbilo saltaba en mil
pedazos frente al Ayunta-
miento:
«!Huy,
señor
qué ma-
nada
de búfalos!».
Las dos
estatuas gigantes de piedra
que vigilan las puertas del
Consistorio, presidían el acto
mirando a la multitud y no le
hicieron demasiado caso. La
fiesta continuó, después,
hasta la extenuación.
Aficionados encaramados en los lugares más inverosímiles al paso pare! puente de La Salve.
El puente del Ayuntamiento, «Udaletxeko zubia
»,
saturado de forofogoitias, estuvo al borde del
colapso.
Anecdotario de un jubiloso recibimiento con abuelitas, lactantes,
«perros-futbolista», supermanes, «Pi-Pi» el ciego y...
UNA«PELUSA»
SOBRE EL ASFALTO
Ningún herido de consideración en el
desplazamiento a la final
LA AFICION ATHLETICA,
CAMPEONA
EN LA CARRETERA
La Asociación de Ayuda en
Carretera (DYA), por medio
de una nota hecha pública,
felicita a la afición athlética
por haber sido también «cam-
peones
en la carretera».
La
DYA señala que gracias al
comportamiento ejemplar y a
la conducta de
«quienes tuvie-
ron la importante responsaba
lidad de empuñar el volante,
sobre todo, en el retorno en
momentos y circunstancias en
que la alegría lógica
era des-
bordante, la afición, los segui-
dores
de nuestro club fueron
también campeones, hecho
que
deseamos
destacar y su-
brayar y que igualmente de-
seamos que
se
repita todos
los años».
La DYA sólo tuvo que pres-
tar asistencia por 20 curas
efectuadas como conse-
cuencia de heridas produci-
das por explosión de petar-
dos y cohetes, por averías
mecánicas en 6 autobuses,
50 turismos y dos motos y
realizar dos traslados: uno
por caída de moto desde Ler-
ma al Hospital Provincial de
Burgos y otro por enferme-
dad desde Boceguillas al
Hospital Civil de Bilbao.
Más de 800 autobuses y
7.000 turismos se desplaza-
ron a la final y la DYA puso en
movimiento 32 vehículos y 13
mecánicos.