ESTAMPAS BILBAÍNAS

:: FOTO RAGÓN-VIDA VASCA

LOS TRICICLOS DEL PARQUE SÍ SON PARA EL VERANO

En el ‘parque de los patos’, solo era posible hacer tres cosas –y no precisamente a la vez–: dar paseos por sus caminos bien asfaltados, pedalear en los pesados triciclos del kiosko y comer barquillos.

1959

Barquillos y pedaleos entran en la escena del estío. Los niños de aquel Bilbao industrial eran felices con poca cosa. Jugaban a los iturris, la trompa y las canicas y, muy de vez en cuando, pasaban la tarde en al parque de Doña Casilda.

A quienen eran chiquillos en los 50 y 60, este espacio de ocio situado en el centro de la ciudad y dedicado a la memoria de Casilda Iturrizar, la gran benefactora de la Villa, les parecía infinito. A excepción de Artxanda y el Pagasarri, el verde de esta zona era el único de la ciudad, por eso les resultaba aún más fantástico. Árboles de 71 especies, un estanque con patos y cisnes y una pérgola de cuento.

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