Los dragones llegan a Bizkaia

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La maquinaria de la fantasía se pone en marcha en Bizkaia. 'Juego de Tronos', la serie que ha hecho que media humanidad sueñe con dragones y espadas, inicia su rodaje en dos lugares emblemáticos de la costa vizcaína: San Juan de Gaztelugatxe y la playa de Barrika. En los próximos días, toda la parafernalia de una gran producción de Hollywood podrá verse en las arenas vascas y, cuando se estrene la serie en el verano del año que viene, llevará a las costas de Bizkaia a millones de espectadores, sin duda, transformados en lugares ya míticos como Poniente, Desembarco del Rey o las Islas de la Sal. Los dragones sobrevolarán Bizkaia y su sombra se dibujará en los afilados acantilados.

Borja Cobeaga

Director de cine

Borja Cobeaga

El director de cine vasco se atreve a imaginar qué escenas se rodarán en Barrika y San Juan de Gaztelugatxe a la luz de las tramas que quedaron abiertas en la sexta temporada. Atención, spoilers.

Daenerys Targaryen, la Khaleesi que lleva tropecientos episodios intentando llegar a Desembarco del Rey, por fin parece que en esta temporada va a alcanzar su objetivo de llegar de una puñetera vez a Poniente. Quizás sus barcos de batalla avisten tierra en Bermeo y la invasión empiece por ahí, en una suerte de Normandía de la Segunda Guerra Mundial. Imaginemos un Salvar al soldado Ryan en versión 'Juego de Tronos' y situada en la costa vasca, una violenta y espectacular batalla con barcos rodeando la costa y soldados intentando tomar San Juan de Gaztelugatxe. Es un escenario que por lo visto hasta ahora en la serie podría situarse en las Islas de Hierro, donde se desarrolla una lucha por el poder del trono.

Pero quizás a los vascos nos suena inhóspito eso de las Islas de Hierro y nos gustaría ser la tierra de los Stark, esa saga de hombres y mujeres poderosos y con carisma, «los buenos» de la serie, pero Invernalia no tiene mar y tampoco hace tanto frío en Bizkaia, así que nuestro sueño de que Jon Nieve es vasco no se sostiene por ninguna parte.

Khaleesi

Emilia Clarke como Khaleesi en una imagen de la serie.

Propuestas para la HBO

Ante el misterio con que la productora HBO envuelve los rodajes de todas sus temporadas de 'Juego de Tronos', especular con qué escena se rodará en Barrika o San Juan de Gaztelugatxe puede ser una apuesta similar a la ruleta rusa (y además, cargada de 'spoilers'). Pero los espectaculares escenarios elegidos por la cadena norteamericana en Euskadi permiten que la imaginación entre en juego y soñar con otras escenas, algunas imposibles, que podrían tener lugar en los parajes vascos. Tres redactores de EL CORREO fantasean con escenas que seguro que no se rodarán jamás.

Martín Ibarrola

Redactor de El Correo

El niño había salido a cazar huevos de paíño. Sólo él conocía el nido del acantilado y los señores del río siempre le pagaban con monedas pesadas. En el camino distinguió dos siluetas desacompasadas. Un enano y un hombre alto. El enano tenía una feísima cicatriz que secretaba pus y una barba de gusanos negros. El hombre alto era orondo, fofo, barrigudo. Sus prendas brillaban al sol y parecían cálidas e incluso mullidas. Le recordaban a los cuentos que le contaban los chamarileros. Las aventuras de Jon Nieve al otro lado del muro o los combates navales con fuego verde al sur del mapa. Todos los niños de su edad crecieron imaginándose parte de aquellas historias.Ahora, los rumores más recientes hablaban de dragones en la playa de Flysch y de un desembarco de centauros.

El niño seguía a la extraña pareja de lejos y escuchaba ecos de su conversación. “Al menos, en Desembarco del rey había rampas”. El enano se tropezaba e insultaba con cada escalón, no era consciente de que le quedaban doscientos cuarenta y un peldaños para llegar a la casa del islote. Allí vivía un brujo con los ojos putrefactos y las manos de alambre. Le gustaba someter a los intrusos indiscretos. Los torturaba, los convertía en piedra y los lanzaba al mar. Dejaba vivos sus ojos para que los malditos fueran conscientes de su eterna desgracia y sólo pudieran ver el azul infinito del fondo marino. O eso decía el hermano del calero. Los días en los que no corría el viento y los hijos del pueblo se aburrían, lo buscaban y le pedían que contase la historia de nuevo. “Me bañé justo debajo de la casa del brujo. Buceé hasta treinta pies de profundidad, tan abajo que me palpitaban los oídos. Y pude verla. Al fondo. Era la escultura de una mujer. ¡Qué tristeza había en su rostro! Pero los ojos se le movían frenéticos, ¡estaba viva!, y miraba con angustia su regazo. La desgraciada tenía un bebé de piedra entre los brazos”.

El hombre gordo y el enano se pararon en un descansillo y el niño pudo alcanzarlos escalando entre los riscos. “Estamos llegando a nuestro destino, así que confiesa ya. ¿A quién le preparas una muerte tan horrible? El enano sonrió con una mueca de desprecio mientras descorchaba con los dientes la bota de vino de Dorne. “A mi hermana, por supuesto”.

Eider Burgos

Redactora de El Correo

Cae la noche y la tormenta arrecia. El escudero avista un templo en lo alto de un islote y se lo señala al caballero: un larguísimo sendero de piedra precede a lo que se supone un lugar seco y caliente para pasar la noche. “La subida mejor que la intemperie”, afirma la voz femenina que en realidad se protege bajo la armadura.

El ascenso no es sencillo y resulta imposible para los caballos, que se empaparán abajo. La giganta encabeza la caminata. Las olas chocan con fuerza contra el alto muro de piedra y el agua salada le salpica en los ojos. Detrás, el joven se va quedando sin aire: “... 238... 239… 240… 241”. Y toma aire triunfal al tocar cumbre. “Podrick…”, suspira la mujer poniendo los ojos en blanco. En el fondo envidia su optimismo.

Arriba arrecia el viento y la tempestad agita la campana de la torre. Sin apenas ver, golpea el portón con una enorme aldaba en forma de corazón en llamas, que en sus manos hasta se antoja pequeño. Unos segundos y la recia madera se desliza; la luz de una hoguera recorta la figura de un hombre de barba y ropas rojas que sostiene una cuerno de cerveza en la mano. La mira de abajo a arriba -muy arriba-, abriendo los ojos, algo embriagado. No le deja hablar: “Mi nombre es Brienne de Tar…”. “Tú”. Una voz gutural desde el fondo; Brienne levanta la mirada. Tras el hombre, una hoguera, y tras la hoguera, un espectro. Piel putrefacta y un corte profundo en la garganta que desafía a la vida. Bajo un velo hecho harapos, la cabellera grisácea, falta de aquel rojo que en su día delató su origen de alta cuna. Y odio en su mirada, sed de venganza, si es que los muertos pueden sentir algo. “Tú ¡Traidora! Faltaste a tu promesa. ¿Dónde están mis hijas? ¿¡Y el Matarreyes!?”, vocifera con voz de ultratumba, desde un corazón de piedra.

Óscar B. de Otálora

Redactor de El Correo

En la quinta temporada se pudo ver una de las escenas más misteriosas de toda la serie. Tiryion Lannister y Jorah Mormont navegan por los canales de la antigua ciudad de Valyria cuando vislumbran un dragón. Es algo que no debería estar allí. Luego serán asaltados por los hombres de piedra -las víctimas de esa enfermedad conocida como 'psoriagris'- y, al recalar en una playa, Jorah, el pagafantas de Khaleesi, comprueba que ha sido infectado. Están en la antigua Valirya.

Valirya es la madre del cordero de 'Juego de Tronos'. Los dragones nacieron allí y también los Targaryen -la casa que ha dado personajes como 'El rey loco' o la propia Khaleesi-. Ese escenario siniestro el nudo gordiano, el origen de todo, la semilla del horror. Fue el hogar de la civilización más avanzada pero la soberbia de los Targaryen la convirtió en una lugar maldito, corrompido por algo que ha acabado con todo un continente -¿la radiación?- .

Barrika sería un buen lugar para rodar el regreso de Sir Jorah a Valirya. Después de todo, el viejo guerrero obsesionado con la redención de su pasado miserable ha recibido la orden de su amada de encontrar una cura para su enfermedad. Jorah, al que la psoriagris ha condenado a la muerte, podría desembarcar en Barrika-Valirya y adentrarse en esa zona maldita en busca de un antídoto a una muerte que se extiende por su piel. Y quizás en las ruinas de la civilización más poderosa que existió antes de los Siete Reinos encuentre la solución a los hechos pavorosos que amenazan a Poniente. Puede que, entre los restos de ciudades destruidas y calles convertidas en cementerios, pueda hallar la forma de que el invierno no sea tal o la fuente un poder que nadie imaginaba. Y todo habrá empezado en Barrika.